Publicada en la revista Brando, noviembre de 2014
En enero de 2012, Facebook manipuló los sentimientos de sus usuarios en un experimento sobre el poder de contagio de las redes sociales. La ética corporativa, nuestra confianza en la Red y nuestra soledad online quedaron al desnudo.
¿Estamos tristes porque usamos las redes sociales? ¿O usamos las redes sociales porque estamos tristes? ¿Cuánto afecta lo que vemos diariamente en ellas nuestro ánimo? Facebook sabe que mucho. O al menos intuía, como plataforma donde expresamos nuestras emociones y vemos las vidas de los otros durante cuarenta minutos –promedio-, que la relación es muy cercana. Y decidió comprobarlo. Sigue leyendo